
DE ROHYPNOLES, TEVEZ Y CARTAS BLANCAS
Juan tiene 18 años y es de Fuerte Apache, en Ciudadela. Lleva diez meses en el Carlos Ibarra en La Plata, con prisión preventiva por homicidio. Todavía no sabe cuánto le va a dar el juez. A 72 km quedó su familia, que viaja todos los domingos a visitarlo y traerle cigarrillos que no tengan gusto a pasto. Viene de jugar al ping-pong en la planta alta. Bajó corriendo las escaleras, saludó y se sentó. Todo eso sin agitarse. La juventud.
-¿Cómo es estar acá?
-Bien, todo bien.
-¿Por qué fue que llegaste al instituto?
-Porque maté a un “Federico”.
-¿A qué?
-A un “Federico”... uno de la Policía Federal. Veníamos de robar y cortamos rancho para llegar más rápido a casa. Y apareció el tipo así, todo de civil, nos cruzó el auto y empezó el tiroteo. Era “Cobani” el loco… era él o yo – lo dice sin dudar, mirando a los ojos. Juan no sabe bajar la vista. No quiere bajarla.
-¿Cuándo empezaste?
-A los 13 años. Y le metí a la falopa también. Mucha pastilla. Mucho Ropi.
La pastilla es Rohypnol, aunque esa es la denominación comercial que le da la empresa que las vende. En los libros de farmacología se la conoce como Flunitracepan, un psicofármaco muy poderoso de la familia de las benzodiacepinas. Es un hipo inductor del sueño, que se utiliza para poner en “estado alfa” al cerebro, que es el paso previo al sueño. Sin embargo, ya en los libros de criminología -como el del italiano Enrico Ferri "Sociología Criminal" (1905)-, la denominaban “la droga del valor". La pérdida de los frenos inhibitorios, la caída de la moral de los actos y una súbita violencia, son algunos de los efectos si se las mezcla con alcohol.
Juan dice que las
tomaba solas.
-Si yo me tomaba una me quedaba re dormido, pero si me mandaba cuatro me daba vuelta y me activaba. Es mucho más barato que la cocaína eso. Igual también tomábamos mucha merca. Se consigue re fácil todo eso.
-¿Pero los efectos son distintos?
-Sí, algunos si toman merca quedan re duros y no pueden ni levantar el fierro. Otros no, ya están re acostumbrados.
-¿Y si te cruzas así con la policía tenés alguna chance?
-Y… se complica. Igual yo tuve “carta blanca”.
-¿Qué es eso?
-Cuando una comisaría te pone carta blanca es que, si te cruzas con un policía de esa comisaría te mata. Te tiene que matar
Lo tienen que matar. Las leyes de Obediencia Debida y Punto Final quedaron derogadas hace varios años ya. Se supone que uno tiene elecciones, aunque según Juan no… a él lo TIENEN que matar. Civilización o Barbarie, aunque no queda claro quién es quién, o si ambos conceptos son lo mismo.
-¿Está obligado?
-Si... cualquiera. La bonaerense o la federal. Yo estuve como dos años así: tenía que salir a robar y encanutarme rápido después.
-Porque si te cruzabas con la policía te mataban...
-Sí. Ponele que vas caminando por la calle, te cruza un patrullero y te tiran.
-¿Tenés algún amigo al que le haya pasado esto de la carta blanca también?
-Sí… banda.
-¿Y cómo llegas a que te marquen con una carta blanca?
-Porque ya se pudren. De tanto cagarte a tiros con la policía y escaparte sin que te agarren, te la terminan poniendo. Así cuando te cruzan solo en cualquier lugar te matan.
La mirada de Juan se queda clavada en la mía otra vez, como si buscara no pestañear para mostrarme que está diciendo la verdad. Yo no pestañeo, y no porque esté jugando a ver quién gana. Los ojos, después de escuchar lo que acaba de contar, quedaron abiertos de par en par. Mejor volver a su casa en Ciudadela.
-¿De qué parte de Ciudadela es tu familia?
-Fuerte Apache, como Carlitos Tevez.
-¿Lo conociste?
-Sí, jugué al futbol con él y todo. Re piola el chabón. Yo aparte allá salía a bailar con los hermanos de él. Igual ahora ya no viven más ahí, se mudaron a Devoto.
-¿Y tu familia te visita?
-Sí, los domingos vienen. Mi novia también viene ¿Me convidás uno?- señala mi caja de cigarrillos.
-¿Querés un pucho?
-Si dale. ¿Qué son? ¿Camel? Piola. Acá los del instituto nos dan Melbourne que son una mierda, tienen gusto a pasto. Mi familia me trae Marlboro o Phillip. Ahí re subo.
- ¿Y tu familia, cómo es? ¿Tenés hermanos?
-Un hermano más grande, de 22 años y dos sobrinos, mi vieja, mi viejo y mi tío. Todos me vienen a ver y me cuentan cómo va la causa, porque los llama el abogado.
-¿Tenés abogado estatal?
-No, uno particular que está mandando a apelar todo. Si yo tenía un abogado de esos, seguro que me dejaba arrancar para la cárcel. Y yo prefiero quedarme acá. Hay otros “gatos” acá que se fugan.
-¿Cómo es el tema de las fugas acá?
-Nada, te querés fugar, te fugas. Yo no, yo quiero cumplir mi condena y después irme. Algunos que se escapan se van para la casa, otros no, eso es según cada uno. Si tenés donde ir antes que a tu casa, te vas para ahí, porque al primer lugar donde te van a ir a buscar es a tu casa. Te mandan el allanamiento ahí. Igual acá estoy cómodo, además cuando me vaya me quiero ir por la puerta de adelante. Ya estoy cansado de andar fugado como cuando estaba afuera. De ir a los tiros con la policía en todos lados.
-¿Y cómo es la convivencia con los otros chicos?
-Y ahora algunos se pelean más, porque somos más. Están deteniendo un montón de pibes. Banda. Si cuando yo ingresé acá éramos 18, 19 más o menos. Ahora hay 28.
-¿Y cómo se reparten?
-Y... en piezas de cinco o seis... hay una de siete, pero más de eso no.
-¿Cada cual tiene su cama ahí?
-Nooo... la pieza 1 tiene cinco tarimas y hay uno durmiendo en el piso. En la 2 lo mismo.
-¿Cómo en el piso?
- Si, en la 3 son cuatro tarimas y dos durmiendo con colchones en el piso... llega a venir un juez de sorpresa acá y se pudre todo. Pero estos son astutos. Igual, yo por ejemplo, en los cuartos no estoy nunca. No tuve sanciones desde que vine. Cuando te sancionan te quedas en el cuarto los días que te digan: salís para desayunar, comer, merendar y la cena. Acá a los que sancionan es porque son giles, porque si vos te portas bien luqueas beneficios a pleno: salidas todo. Yo ando todo el día por acá afuera así nomás. Igual ahora voy a pedir un cambio de régimen, porque no quiero estar más engomado.
-¿Qué sería engomado?
-Así, que me vigilen todo el tiempo. Yo ya llevo diez meses portándome bien acá, y a los que llevan más tiempo le dan esos permisos. Por ahí después pego un instituto abierto, sin rejas y eso, así ando más tranquilo. No quiero más puertas con candado, allá en esos lugares tenés puertas normales, así como esta.
Acaba de señalar la
puerta. De todo lo que podría haber señalado, eligió eso. Estamos dentro de un
cuarto que no tiene más que un escritorio, tres sillas, un teléfono, y una biblioteca con tres volúmenes de la
enciclopedia Larousse. Y Juan prefirió la puerta de madera, la que no tiene
rejas. Acabo de darme cuenta, que esa puerta es lo único que tienen en común,
una casa y este lugar.
LA MUERTE Y LA SUERTE: CREER O REVENTAR
José, también de 18 años, es de Malvinas Argentinas. Hace 6 meses que está y tiene "para mucho". Entró por homicidio, e intento de homicidio. "Todo junto" dice. "Un pibe que bardeó en una fiesta, estábamos re en pedo, empastillados". El sacó el fierro primero, y tiró. El otro pibe no llevaba arma, pero él pensó que sí. Habían llegado con los amigos a una fiesta, y llevaban dos cajas de pastillas. "Mucho Frizee, porro y pastillas. No faltaba nada. Los empastillamos a todos, nos venían a pedir que convidáramos y les dimos a los que estaban". El alma de la fiesta.
-¿Y cuál fue el problema con este chico?
-Que se le “borró la cinta” al vago y bardeó.
José tiene algo que llama la atención: el tatuaje de San La Muerte en la mano izquierda, en la parte blanda del reverso de la palma, donde se unen el pulgar y el índice. El dibujo llega hasta la base de la muñeca: una parca sosteniendo una guadaña que gotea sangre.
-¿Cuándo te hiciste ese tatuaje?
-El año pasado. Es un protector. Te cuida en la movida que vos andes, y después le tenés que cumplir a él.
-¿Y con qué le cumplís?
-No sé... comprándole las cosas de él, velas, cigarrillos, una faca. Todo eso. A mí me salvó un par de veces ya.
-¿Si?
-Sí, una vez un narco me tiró siete veces desde esta distancia -así como estamos vos y yo ahora- al pecho. Y no salió ningún tiro ¡Ja! Eran dos en realidad: el narco que tenía una 9 (pistola Nueve Milímetros, arma reglamentaria de la policía) y el soldadito de él, que tenía un tres-dos (pistola calibre 32, puede ser corto o largo). Me querían hacer boleta, yo justo estaba "regalado" en la esquina de mi casa.
-¿Cuál fue el problema?
-Se había querido pasar de listo con mi chica. Ahora no es más, cuando yo caí en cana ella vino un par de veces pero después no, porque el chabón al final la ganó, y se quedó con él. Es pillo el flaco, porque yo todo el día acá adentro y ellos dos en libertad, es fácil. Igual minas hay un montón. Fue así: el loco se hace el vivo con mi piba, y yo cuando me enteré, empecé a andar siempre con el fierro encima. Un día lo esperé en una calle, que yo sabía que él pasaba con su auto, y cuando lo vi le tiré. No le di, entonces salí corriendo a mi casa. Después de eso empecé a ir con la "herramienta" a todos lados.
-¿Ibas con una herramienta?
-El fierro es la herramienta. Entonces por ahí me iba a comprar ropa y eso, y andaba cuidándome de que el flaco no apareciera porque me iba a bajar. Y la policía también, andaba re de bardo. Eso es porque estás en la droga y no pensás. Ahora ya hace 6 meses que no me drogo y pienso más... pero antes, iba a los bailes con la herramienta, porque cuando salís siempre se arma bondi y te quieren chorear. Te viene una banda de 20 o 30 pibes, y te fuiste a tu casa en boxers, te roban todo. Por eso salía con el fierro.
-¿Qué arma usabas?
-La 635, semi automática. La pegué por un primo mío que ya se murió. La fuimos a comprar.
-¿Y cuánto sale ese arma?
-Depende, 1500 $. Están caros los fierros ahora. Se usan mucho, pero ya no te quieren vender porque se los guardan para ellos.
-¿Cómo terminó el asunto con el narco?
-Me vino a buscar a mi casa, y yo justo había ido a lo de mi mamá. Y cuando volví, vi el auto y me metí por atrás a mi casa, porque no tenía el fierro encima -cuando iba a lo de mi vieja no lo llevaba-, entonces agarré la herramienta y salí al pasillo de la casa, y cuando me vio armado se me quedó mirando y se fue. Al otro día me fui a comprar ropa, me corté el pelo y cuando volví ya eran como las ocho de la noche, me quedé en la esquina fumando un porro y por ahí pasó mi viejo con mi hermano y nos quedamos los tres charlando. Y en eso llega el narco con el soldadito y me empezó a decir que era un cagón que no había salido cuando me fue a buscar a mi casa, que me iba a hacer pelota. Me dijo "el que avisa no traiciona", y yo no le entendía lo que me quería decir, y le dije "yo no traicioné a nadie, vos sí gil, que me andás mirando la novia". Y ahí el loco me grita "¿Qué me dijiste?" y saca el fierro que tenía en la campera, y el otro también lo saca. Y tiró como siete veces ¡Plá, plá, plá! -compone el gesto con su mano agarrando un arma imaginaria- Y no salieron las balas. El otro, con el tres-dos, tiró tres y tampoco salieron. Y ahí empecé a correr, y como a mitad de cuadra escuché que empezaban a salir las balas, y cuando llegué a mi casa me metí a esperarlo.
-¿Y tu papá qué hizo?
-Yo a mi viejo nunca le conté nada de mis quilombos. Siempre que se enteró fue por otro, si yo tenía bondi lo arreglaba por mi cuenta. Como a los diez minutos llegó a la casa mi papá, y se largó a llorar. Me abrazaba, lloraba y me decía que a mí no me iba a tocar nadie, que él se iba a quedar ahí conmigo, y agarró el teléfono, llamó a un amigo y pidió herramientas para que le trajeran.
En mi casa, cuando había
un problema se solucionaba en familia. Acá también.
-Al toque cayó el
chabón a dejarle un 22, un tres-dos y una nueve, y se fue. Mi papá se quedó
conmigo esperando al narco. Y eran como las once y no pasaba nada, estaba todo
re pancho y como a las doce pintó un amigo mío que llegó -bah, no era amigo con
el que yo metía caño, de esos no apareció ninguno- y le dijo a mi viejo que él
se quedaba conmigo. Y ahí mi viejo se fue, y el loco sacó cinco gramos de
"alita" y nos pusimos a tomar.
La Alita de Mosca
es, según el Foro Internacional para el Estudio de las Drogas, la cocaína
peruana. Recibe ese mote por su aspecto escamoso, laminado y con un brillo
traslúcido. Es altamente adictiva, sumamente costosa y los consumidores suelen
gastar fortunas para repetir las dosis. La mayoría de estas características
están relacionadas con las condiciones de elaboración y refinado de la
sustancia.
-¿Y qué pasó después?
-Nada, estábamos ahí con este pibe que me hizo la segunda, y en eso sentimos una banda de patrulleros. El narco ese, le había avisado que estábamos con fierros en casa, re hijo de puta el chabón. Igual mi casa ya estaba marcada, yo sabía que en cualquier momento "pintaba allanamiento". Y cuando vimos que llegaban nos escapamos por atrás. Corrimos como dos cuadras y después cortamos para el cementerio, y nos metimos ahí. Yo me fui hasta la tumba donde está mi primo y me escondí.
-O sea que te salvaron las tumbas...
-¿Tu primo cómo murió?
-Lo mató la policía, tenía carta blanca.
-Recién hable con Juan, y me contó lo de la carta blanca.
-Sí, es una re movida con la gorra. Cuando te encuentran te tienen que boletear. A mi primo lo entregó una mujer, que se hacía la novia y lo vendió, encima él iba sin la herramienta. Igual, tengas fierro o no, te tienen que tirar. Si quedás en un tiroteo con ellos, si podes zafar bien ahí, y sino mala suerte.
-¿Y tenés hermanos o hermanas?
-Sí, tengo uno de 14 que es mi hermano por mamá y papá, y después otro de 20 por parte de mi mamá nomás. Yo lo seguía a él cuando metíamos caño. El empezó robando, pero ahora se rescató, tiene una familia, una hija, trabajo. Bueno, él dejó y seguí yo solo. Después mi hermanito me quería seguir -el de 14- pero yo no quería que fuera igual a mí, porque iba a terminar mal. Ahora que yo estoy acá adentro, él se metió en esto también. Se "está haciendo". Yo le digo cuando me viene a visitar que se rescate, porque no da. Ya se anda tirando con la policía.
En la charla previa que tuvimos con Pablo Bruno, el director del Centro Cerrado Carlos Ibarra, él mencionó algo que se visualiza en lo que José me cuenta ahora: "vos tenés que ver qué pasa dentro de la familia también. A eso le tenés que prestar atención, porque vos venís un domingo que es el día de las visitas, y ves a los hermanitos de estos chicos, como los tratan los padres y eso... y sabes que en diez años esos pibes van a estar acá o en otro centro, encerrados. Es como si ya estuvieran marcados por el destino".
Algo así como si la suerte ya estuviera echada para ellos. Veo dos tatuajes más con varios colores, en cada antebrazo: Norma y Delia. Cuando ve que los estoy viendo, baja el brazo avergonzado y dice "son mi vieja y mi abuela". Sonríe y agrega "tengo un par de escrachos yo".
No sólo escrachos,
sino también mucha suerte. Dos días consecutivos escapando de la parca: una con
el narco, y al otro día con la policía, salvado por la tumba de su primo.
Joaquín Sabina dice en una de sus canciones que "la muerte, es solo la
suerte con una letra cambiada". José dice que San La Muerte lo cuida, y
así parece ser. Creer o reventar.
Manuel
Hutchins.
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