lunes, 27 de octubre de 2014

HAY QUE ESTAR AHÍ – ENTREVISTA CON CARLOS CORRALES


- Bueno, hoy es viernes. Si el lunes no tengo una respuesta, yo le aviso a este que me voy a hablarlo directamente con Albarracín. No la quería pasar por encima, pero me cansé… y vos mantenete en la misma José, decí  “Mira, hasta que mi jefe no me diga que puedo mover a los pibes, o que me corra del pabellón, yo no muevo un dedo”. Corta. Porque ellos se mueven en estructura verticalista, entonces vos deciles que también te movés así y listo… igual siempre buena onda, porque después nos van a decir que nosotros estamos metiendo palos en la rueda y que se yo...

Carlos Corrales, Subsecretario de Responsabilidad Penal Juvenil en la Secretaría de Niñez y Adolescencia hace señas de que pase, aprovechando el silencio que tiene porque del otro lado del teléfono está José. Entro a un despacho rectangular fuera de tiempo, muy diferente al de otros ministros. Acá reina la austeridad: un sillón muy viejo de cuero marrón con tachas que ya sólo se consiguen en las ferias de antigüedades y una mesa de reuniones para ocho personas. Sobre la pared izquierda tiene dos mapas de la provincia de Buenos Aires: un físico político y otro que tiene por título “Regiones de Desarrollo Social” y muestra divisiones desconocidas para el común de la gente. Carlos insiste con el gesto así que me siento frente a él en su escritorio.

Parece que hay un problema con algo que le comenta José, y Carlos ya advirtió que su interlocutor no suele ir al grano porque, mientras me pongo cómodo, el agarra el último número de la revista La Tecla y empieza a pasar las hojas, sin prestar atención ni a lo que mira, ni a lo que escucha. Levanta la vista, aleja el teléfono al mismo tiempo que me mira y mueve la boca lo bastante lento como para que lea sus labios: “Ya me aburrió”. Entra su secretaria con el termo y el mate y me dice: “Él no sabe cebar ¿Cebas vos?”. Cebo yo. Carlos se cansa, y exclama un “BUENÍSIMO JOSÉ” como para ir cerrando la charla, pero del otro lado tienen algo más que agregar. Ya ni lo escucha. Cuando se oye silencio del otro lado, finiquita con “Perfecto, listo José. Estamos hablando. Abrazo, chau”.

-¿Mucho movimiento?

-Sí, ni te digo…

Teléfono otra vez…

-Dame un segundo… -Hola. ¿Cómo te va Florencia? Mira, yo lo único que quería saber era cuando nos juntamos a charlar… no, como necesitar, necesito el aula taller que todavía no está terminada. No, ya sé por eso te digo: los de la empresa de construcción medio que están bicicleteando a mi gente y estos se empiezan a poner nerviosos, arrancan con el puterío. Yo lo único que necesito es que vaya alguien de ustedes y los tranquilice de alguna manera. Y que vaya alguien de la empresa constructora y ponga un plazo estimativo –pero que no me lo digan a mí, a mí no. A ellos que son los que están en territorio- y con eso ya se calma todo. Pero como nadie dice nada, estos arrancan a hablar… Listo, gracias Flor. Buen viaje. Que andes bien.

-La Jefa del Servicio.

-¿Del Servicio…?

-Penitenciario. Florencia Piermarini.

-¿Trabajan en conjunto?

-Más o menos. Pasa que nosotros tenemos un instituto que lo dividimos en dos. La mitad va a ser para ellos y la otra nuestra. Lo están arreglando y yo tengo ciertos sectores que si los entrego, tengo que volver a tenerlos como los tenía antes ¿Se entiende? Algo me tenés que dar, no te voy a dar todo y quedarme sin nada. Pasa que es una decisión política: lo cedió el ministro a Casal (Ricardo Casal,  Ministro de Justicia de la Provincia de Buenos Aires). Bueno, en fin ¿En qué te puedo ayudar?

A la par que terminaba de hablar con la jefa del Servicio Penitenciario, Carlos agarró un cuaderno espiralado y tachó dos o tres anotaciones. Pareciera ser que la charla rindió sus frutos y él se sacó tres problemas de encima. Mientras el tachaba yo miré alrededor lo que tenía: su escritorio, también antiguo, es de esos que tienen placa de vidrio arriba de la madera. Bajo el vidrio esta la etiqueta circular color naranja que dice “Scioli 2015”, y dos dibujos de sus hijas en lápiz. Entonces cuando llega el “en que te puedo ayudar” pregunto.

- Carlos…

-Decime Charly, todos me dicen Charly.

-Okey, Charly ¿Cómo está la situación de los centros hoy día? En cantidad de chicos me refiero.

-Mira, de Enero a esta parte aumentó. Cuando se declaró la emergencia en seguridad, tuvimos muchísimos ingresos. Mucho más de la media que habitualmente teníamos. Desde 2010 a esta parte -si mal no recuerdo la estadística- teníamos una población en centros cerrados, de 500 pibes más o menos. Ponele que a veces se iba a 520, o bajaba a 480 aproximadamente ¿Entendés?

-¿Y la infraestructura contiene todavía el aumento de ingresos que tuvieron?

Si, por ahora sí. El tema es que tuvimos un incremento también en los centros de recepción, que son aquellos en que el chico, en teoría no puede hasta pasados los cinco días. Pero ahí tenés una variable que es los juzgados. Nosotros tenemos que acatar la orden judicial.

-¿Uno de esos centros de recepción tuvo una denuncia de Julián Axat -Defensor Penal Juvenil- hace dos años puede ser?

-En realidad, en 2012 Axat estableció un Habeas Corpus, en donde cuestionaba la permanencia de los chicos en estos centros. No denunciaba las condiciones de los lugares, sino el tiempo que estaban ahí. El planteo de Axat, si bien yo estaba como la parte requerida, o "acusado" por decirlo de alguna manera, si uno lo leía con detenimiento, era un cuestionamiento al Poder Judicial, no a nosotros. Más allá de las falencias que nos endilgaba a nosotros, que el pibe esté 3 o 6 meses en uno de estos dispositivos de recepción, no es una decisión que tome yo. Es del juez que entiende en la causa, que se expide según sus tiempos. Yo recibo la resolución "Mengano pasa al centro de recepción tal o cual, acusado de la comisión de tal delito y en carácter de aprehendido por tal hecho". Punto. A los cinco días va al juzgado, se le confirma o no la prisión preventiva y ahí se determina el lugar al que va a ir. Nosotros tenemos distintos lugares, pero quizás hay un chico que está cómodo donde entró, y le dice al juez "Mire, me quiero quedar acá". Y el chico se queda en ese lugar, no es que se lo mueve permanentemente.

-O sea que se tienen en cuenta las preferencias del chico

-Claro, pero hay más variables a considerar también, que uno no las puede entender si no está, no te digo comprometido con la temática... pero si comprometido con la lógica de la temática. No te podes quedar solamente con lo que dice la normativa o las convenciones internacionales.

-Es decir, si no entras en el campo empírico y te quedas solo en la teoría, te puede fallar.

-¡Te va a fallar! Es que vos lo que tenés que poner en orden primordial es el chico. Te hablo en lo que es la normativa de niñez. Pero uno de los factores a los que más se hace mención en relación a lo estrictamente juvenil-penal es el acercamiento familiar: el tema de las visitas. Entonces si el chico es de Matanza, lo ideal es que esté alojado cerca de ahí, así la familia no tiene que movilizarse demasiado. Ahora bien, entró Mengano -para graficar, toma un BlackBerry que hará el papel de Mengano- al centro cerrado Ibarra… a  los tres días detienen a Fulano -ahora, el papel de Fulano lo hace mi celular y van a chocar con Mengano- ¿A dónde va? Y el juez dice "Al Ibarra, porque me gusta cómo trabajan ahí". Pum! Y antes de que entre vos decís "No puede entrar, porque ahí ya está Mengano”

-¿Y cuál es el problema? ¿Por ser de La Plata también?

-No, que son de bandas distintas. O sea, se matan. Entonces, a Fulano lo tengo que mandar a Azul porque en los otros lugares tampoco puede entrar porque hay otros problemas, o porque no hay lugar, ponele el "pero" que quieras. Y ahí te comes una denuncia del algún actor del sistema, porque al chico lo mandaste allá. Y les explicas "Pero si lo dejo acá, es un doble problema porque va a tener quilombo con Mengano, más las familias de uno y del otro que se cruzan los fines de semana". Podés articular para que no se crucen, pero también está la cuestión de que me va a alborotar al resto de los 30 pibes que están ahí, y  que van a tomar partido por Fulano o Mengano. Tampoco le estas cuartando a la familia la posibilidad de verlos, porque si lo tenés que mandar a Azul al pibe, a ellos les extendemos pasajes todos los fines de semana, inclusive usamos las camionetas oficiales para hacer visitas.

Hasta hace un minuto atrás, no tenía la mínima idea de los problemas que pueden surgir en torno al ingreso de un pibe a un centro cerrado. Conozco el Carlos Ibarra que está en Abasto, al cual fui un par de veces, pero nunca hablamos de estas cuestiones con los directores que dirigen el establecimiento. Elijo hacer silencio y llega la descarga de Charly.

- Mirá, con el tema niñez está todo muy lindo las convenciones, los libros doctrinarios, pero hay que estar acá adentro. Porque muchas veces lo que en los papeles dice qué es lo mejor para el pibe, en la práctica no lo es y yo estoy convencido de eso. Estos supuestos adalides defensores de los chicos, protestan cuando se toma una decisión distinta a la que ellos pretenden, y no entienden que se elige eso porque la realidad muestra otra cosa de la que quieren ver ellos: los informes de los profesionales que acompañan al pibe, que son psicólogos, asistente social, maestros y demás, avalan las elecciones que tomamos. O sea que vista en frío, desde las normativas y los papeles llegas a la conclusión que decís "No loco. Lo estamos complicando al pibe. Le estamos restringiendo algunos de sus derechos" ¿Por qué? Porque cuando vos tenés que tomar ese tipo de decisiones, que son efectivas, tiene que primar el derecho a la vida y a la salud del pibe, por sobre todas las demás. Por ahí, si primás el derecho al acercamiento familiar, sin estabilizar antes al chico, no podes garantizar nada. Y además, tenés que ver si la familia atenta o no contra esa recuperación ¿Es nocivo para el chico estar con la mamá y el papá, o la novia, o los amigos del barrio? Hay que evaluar todo eso. Tiene muchas aristas esta situación, y todas son complicadas, por eso no te podes quedar solamente con los papeles.

Todo un cuadro ilustrado de una problemática que los medios y la gente, muestran mucho más simple de lo que en realidad es. Las bambalinas detrás de los actores, son siempre desconocidas para el público.

- Me estás diciendo que pareciera que hay ciertas personas que hablan por hablar del asunto.

-Si... igual está bien que existan organismos que controlen, que aprieten -en el buen sentido de la palabra- cuando fallan ciertas cuestiones que se nos pierden de vista en la vorágine diaria... pero yo estoy convencido, y esto lo he hablado con jueces y con gente que realmente está comprometida con la causa, que hay ciertos reclamos que no la hacen bien al sistema. Lo triste del sistema en la provincia de Buenos Aires, es la cantidad de actores que hacen una bandera de los pibes, cuando en realidad los pibes les importan un carajo. Me molesta mucho, porque lo que les importa a esas personas es la exposición mediática. Y ese tipo de gente no colabora. Ni con el sistema, y con el pibe mucho menos.

-Es un sistema relativamente nuevo de todas formas. Puede tener sus fallas.

-Tal cual, podemos fallar en algunas implementaciones de leyes, pero es un sistema que a la vez llegó a un punto de maduración donde creo que es conveniente la articulación de propuestas para corregir determinadas cuestiones.

-Para mejorarlo...

-Claro. Hay que replantearse algunas cosas. Y ese replanteo tiene que ser hecho de una manera integral ¿Por qué? Porque la misma palabra lo define. Nosotros estamos dentro de un sistema de responsabilidad penal juvenil, y está conformado por varios elementos: esto no es el poder ejecutivo por un lado, el legislativo por otro y el judicial por un tercero. Y ni siquiera son sólo los poderes, sino también las ONG, los comités, que están por fuera de las instituciones oficiales. Todos tienen que participar y tener un debate serio de las cuestiones: dejar las banderas de lado, de querer llevar agua para el molino propio, y que empecemos a ver la cuestión central que son los chicos.

Tiene razón. Al que le guste bien, y al que no, mala suerte. No es la primera vez que se ven casos de este tipo, es decir: donde se alzan banderas en pro de los derechos de algunos, y esos algunos, no les importan a los que izan el estandarte.

-Al respecto de las denuncias que tiene la Provincia de Buenos Aires respecto del sistema ¿Qué tenés que decir Charly?

-Sí, tenés cuestiones que se le acusan a la provincia, de que las resoluciones que toman son una porquería, y lo único que hay que hacer son más de 100 kilómetros para darte cuenta que en otras jurisdicciones están 10 años atrasados. Y si te vas a 150, están 20 años.

-¿Han tenido muchas denuncias acá?

-Yo he tenido muchísimas denuncias pero ninguna seria, del tipo "violencia institucional". Es decir, problemas de administración, aunque se siente el Papa Francisco acá, va a seguir habiendo. Ahora, el tema está en sumar o no sumar. ¿Querés cagarme a puteadas? Cagame a puteadas, denunciame y ensuciame en todos lados si yo a los pibes los cago a palos... pero si ves que estoy laburando no me pongas palos en la rueda.

-Sería algo así, como "no te quedes solo con el árbol, mira el bosque completo"
-Exacto! Por ejemplo, una vez me llega una demanda que decía que los chicos no estaban teniendo más de dos actividades por semana y tendrían que tener más, previo análisis psicológico ¿Sabes que logras con eso? Una sobre intervención en los pibes, que a la larga los estigmatiza aún más todavía. Porque los pones a hacer un taller de carpintería o herrería, el que sea... y a los dos meses se aburren, quieren otra cosa. Entonces, las peticiones de los pibes, muchas veces no coinciden con los tiempos administrativos que demandan autorizar una nueva actividad: implementarla, comprar los materiales necesarios, llevarla a cabo, etc.  Ahora, lo que yo te puedo garantizar es que la mayoría no sale de la manera en que entraron. Mucho menos como se imagina la gente. Esto no es una escuelita del choreo.

-Si... volvemos al tema empírico, de que hay que estar ahí.

-Para entender bien las cosas. Yo mismo aprendo cosas nuevas todos los días. Hace unas semanas, uno de estos adalides que “protegen a los pibes” presentó una queja de que no teníamos leche en el menú para ellos. Esto que te cuento ahora pasó en la audiencia judicial, con el juez delante y le tuve que decir a este muchacho: "¿Sabes por qué no hay leche? El mismo instituto compra la leche, y con eso hacen tortas por ejemplo, flan, pero no se las dan en el desayuno ni la merienda a los pibes por cuestiones de códigos barriales entre ellos: el pibe que toma leche, los otros lo cagan a trompadas por puto. Porque 'se tomó toda la leche'". Manejan un lenguaje que ni vos ni yo conocemos, pero que para ellos es ley. Entonces ¿Qué tengo que hacer yo? ¿Transfusiones de leche todos los días para que el comité, o el organismo que sea, esté contento? Yo no los estoy torturando por no darles leche, todo lo contrario, lo haría si se las diera. Por eso te digo que hay que estar en el terreno para saber qué te encontrás. Yo lo que hago al decidir eso, es respetar también sus pautas de convivencia dentro de un marco institucional. Y eso no puede llevarnos una audiencia, porque te repito, hay que estar ahí.

Es cierto. Hay que estar ahí. Gracias por todo Charly. Say No More.


                                                                                              

                                                                                                       Manuel Hutchins

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