
Desde pequeña tiene una fuerte
conexión con el arte, atesora entre sus recuerdos más felices cuando con tan
solo cuatro años, le dedicaron su primera serenata. El tema elegido fue Avanti
Morocha, y el cantante en remplazo de Iván Noble, fue el Padre Cajade quien
entonó las estrofas acompañado del coro de la Iglesia. A los 7 años, y luego de demostrar asombrosas
habilidades con su juguete preferido -un aro de ula-ula que dice aun poder
dominar al punto de que no se le despega de sus caderas mientras camina-, comenzó danzas clásicas en la Escuela de
Iñaki Urlezaga. Inquieta, a los pocos meses abandonó la rigidez de esta
disciplina pero nunca más dejó el baile. Desde hace siete años que elige
moverse con los ritmos tropicales del
reggaetón, la bachata y la salsa y a fin de año participa de los concurridos
shows que las distintas escuelas de baile realizan en el Coliseo Podestá.
A pesar de su buen humor, rezonga
si le hablan de su nacimiento. Venida al mundo el día 30 de agosto, se queja
que la infaltable tormenta de Santa Rosa, suele complicar sus planes para
festejar su cumpleaños. Tal vez por eso es que su cumple de quince -el esperado
por todas las niñas- tuvo lugar en el mes de octubre. Como no podía ser de otra forma la lluvia la
siguió, y la noche del sábado 1 de octubre del 2011, ensució de barro sus
zapatos cuando casi en soledad, posó para las fotos de rigor al frente de la
Municipalidad de La Plata.
Cerca de las diez de la noche con
un vestido y una corona blanca ingresó al más grande de los salones del Camping
de U.P.C.N, que desbordaba de coloridos globos y amigos -dice que fueron más de
250 personas quienes compartieron con ella este soñado momento- para disfrutar una de las más maravillosas
noches de su vida.
Al momento del vals, cuenta que
sus hermanos quienes bailaron las primeras piezas junto a ella, no podían
seguirla y equivocaban el ritmo de forma constante pisándole los pies. Pero fue
esquivando los torpes pisotones y recibió la sorpresa que sus allegados le tenían
preparada: conocería por fin a Rosi, su hermana mayor, quien había viajado de
Misiones para comenzar a formar desde ese momento una parte importante de su
vida.
Pincha furiosa, heredó su pasión
por el futbol del mismísimo Carlitos, y en varias oportunidades volvió a su
casa sin voz luego de alentar a su Estudiantes de La Plata. Conoció a los Verón -padre e hijo- entre otros muchos jugadores, y hasta cumplió
el sueño de ingresar junto al plantel al
verde césped del Estadio Centenario de Quilmes, trasportando una bandera junto
con otros niños que pedía el mayor de sus deseos: rezar por la recuperación del
Padre Carlitos Cajade. Lamentablemente, nunca se cumpliría.
Pero su amor por el fútbol no se
limita a ser una simple espectadora, en más de una oportunidad se calzo la
camiseta verde-amarela y manejó desde el
mediocampo los hilos del equipo de la fundación, ganándose el apodo de Ronaldinho, que según
comentan sus amigas se debe más al flamear de sus morenos rulos al viento que a
la exquisitez de su pegada.
Recorrió nuestro país desde Ushuaia
a la Quiaca, pero no de la forma turística tradicional y ortodoxa. Junto con
otros miembros de la fundación y bajo la dirección de Carlos, llevaron a cabo
una multitudinaria marcha que unió a pie y en colectivo, las distintas ciudades
del suelo argentino. La consigna fue el
reclamo de apoyo estatal para solventar la maravillosa obra de amor de la que
son parte. A pesar de esto, los políticos y dirigentes de turno, rápidamente
olvidaron el pedido y como casi siempre miraron para otro lado, entregando sólo
unas escasas becas que aun hoy pagan mal y tarde.
Ante la falta de apoyo gubernamental
que hiciera un poco más simple el funcionamiento de esta tarea, eligió no quedarse a esperar; con esfuerzo y dedicación aprendió a tejer almohadas y alfombras a las que decora con su propio estilo,
bordando en ellas coloridos dibujos que reflejan la forma en la que resolvió
encarar su vida. Últimamente se animó a
trabajar con madera; se considera una
especialista en la confección de tablas para picadas de distintos tamaños y
estilos, con cuya venta tiene un mínimo ingreso que destina a sus gastos
y la colaboración con la casa.
Todos los sábados sin falta, va a
la misa matutina que en una humilde capilla de madera ubicada en el predio de
la Obra, que el padre Carlos Gómez
brinda a los pocos feligreses que escuchan su mensaje. Aprendió de Jesús
que “es más feliz quien da, que quien recibe”, haciendo de este saber, una
forma de construir su camino. Durante los días trágicos del 2 de abril del
2013, colaboró recibiendo, ordenando y
clasificando donaciones que ayudaba a entregar a los más necesitados. Lo que la catástrofe trajo a su vida fue a
Panky: un perro extraviado que decidió quedarse para hacerle compañía.
Odia la materia inglés –dice que
es demasiado técnico-, que forma parte del exigente plan de estudios de la
Escuela Técnica Nº9 a la cual asiste.
Pero reconoce la importancia de salir luego de cursar el séptimo año, con un título
en Informática Personal y Profesional. Se ausenta de las clases de educación física
y ama la literatura clásica, sobre todo las obras de teatro: Shakespeare
encabeza la lista de sus autores preferidos. Espera que el año que viene su
egreso del colegio coincida con el de su madre Olga Madrazo, que se encuentra próxima a recibirse de psicóloga
en la Universidad Nacional de La Plata, prediciendo desde ahora, una gran
fiesta en el Sum de la Fundación.
Espera con ansias poder ingresar
a la Facultad, su anhelo es convertirse en diseñadora gráfica, para lo que ya
practica en la confección de las banderas para las marchas.
La Negri no es tonta: sabe que en ella confluyen los
esfuerzos de muchas personas que dedicaron su propia vida a darle una
oportunidad y no piensa defraudarlos. Igualmente advierte que este año, no la
agarran para actuar en el pesebre.
Eduardo
Rousseau
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