domingo, 19 de octubre de 2014

AVANTI MOROCHA - María, La Negri

María tiene 18 años y es la preferida del Padre Carlos Cajade -no se puede hablar de él en tiempo pasado- quien le abrió las puertas de su Hogar y la recibió en su propia casa cuando tan solo tenía un año y medio de edad.  Hoy, vive al cuidado de  Olga -su educadora y  mamá del corazón-  en  una casa dentro de la Fundación que comparten con otros 6 jóvenes que forman parte de la  familia. La Negri, como la conocen sus numerosos amigos, aprendió de Carlos una hermosa costumbre: enfrentar las dificultades de la vida con optimismo y esperanza. Sera por eso que con generosa facilidad regala su  luminosa y amplia sonrisa, que al desplegarse tiene un efecto tan contagioso e irresistible, que solo se explica si se vislumbra a través de ella la confirmación de una indiscutible  verdad: el amor es la única fuerza con el poder de cambiar el mundo. 
       
Desde pequeña tiene una fuerte conexión con el arte, atesora entre sus recuerdos más felices cuando con tan solo cuatro años, le dedicaron su primera serenata. El tema elegido fue Avanti Morocha, y el cantante en remplazo de Iván Noble, fue el Padre Cajade quien entonó las estrofas acompañado del coro de la Iglesia.  A los 7 años, y luego de demostrar asombrosas habilidades con su juguete preferido -un aro de ula-ula que dice aun poder dominar al punto de que no se le despega de sus caderas mientras camina-,  comenzó danzas clásicas en la Escuela de Iñaki Urlezaga. Inquieta, a los pocos meses abandonó la rigidez de esta disciplina pero nunca más dejó el baile. Desde hace siete años que elige moverse con los  ritmos tropicales del reggaetón, la bachata y la salsa y a fin de año participa de los concurridos shows que las distintas escuelas de baile realizan en el Coliseo Podestá.
 
A pesar de su buen humor, rezonga si le hablan de su nacimiento. Venida al mundo el día 30 de agosto, se queja que la infaltable tormenta de Santa Rosa, suele complicar sus planes para festejar su cumpleaños. Tal vez por eso es que su cumple de quince -el esperado por todas las niñas- tuvo lugar en el mes de octubre.  Como no podía ser de otra forma la lluvia la siguió, y la noche del sábado 1 de octubre del 2011, ensució de barro sus zapatos cuando casi en soledad, posó para las fotos de rigor al frente de la Municipalidad de La Plata.

Cerca de las diez de la noche con un vestido y una corona blanca ingresó al más grande de los salones del Camping de U.P.C.N, que desbordaba de coloridos globos y amigos -dice que fueron más de 250 personas quienes compartieron con ella este soñado momento-  para disfrutar una de las más maravillosas noches de su vida.
   
Al momento del vals, cuenta que sus hermanos quienes bailaron las primeras piezas junto a ella, no podían seguirla y equivocaban el ritmo de forma constante pisándole los pies. Pero fue esquivando los torpes pisotones y recibió la sorpresa que sus allegados le tenían preparada: conocería por fin a Rosi, su hermana mayor, quien había viajado de Misiones para comenzar a formar desde ese momento una parte importante de su vida.

Pincha furiosa, heredó su pasión por el futbol del mismísimo Carlitos, y en varias oportunidades volvió a su casa sin voz luego de alentar a su Estudiantes de La Plata. Conoció a  los Verón -padre e hijo-  entre otros muchos jugadores, y hasta cumplió el sueño de ingresar junto al plantel  al verde césped del Estadio Centenario de Quilmes, trasportando una bandera junto con otros niños que pedía el mayor de sus deseos: rezar por la recuperación del Padre Carlitos Cajade. Lamentablemente, nunca se cumpliría.

Pero su amor por el fútbol no se limita a ser una simple espectadora, en más de una oportunidad se calzo la camiseta verde-amarela y  manejó desde el mediocampo los hilos del equipo de la fundación,  ganándose el apodo de Ronaldinho, que según comentan sus amigas se debe más al flamear de sus morenos rulos al viento que a la exquisitez de su pegada.

Recorrió nuestro país desde Ushuaia a la Quiaca, pero no de la forma turística tradicional y ortodoxa. Junto con otros miembros de la fundación y bajo la dirección de Carlos, llevaron a cabo una multitudinaria marcha que unió a pie y en colectivo, las distintas ciudades del suelo argentino.  La consigna fue el reclamo de apoyo estatal para solventar la maravillosa obra de amor de la que son parte. A pesar de esto, los políticos y dirigentes de turno, rápidamente olvidaron el pedido y como casi siempre miraron para otro lado, entregando sólo unas escasas becas que aun hoy pagan mal y tarde.

Ante la falta de apoyo gubernamental que hiciera un poco más simple el funcionamiento de esta tarea,  eligió no quedarse a esperar; con esfuerzo y dedicación  aprendió a tejer almohadas y alfombras  a las que decora con su propio estilo, bordando en ellas coloridos dibujos que reflejan la forma en la que resolvió encarar su vida. Últimamente  se animó a trabajar con madera; se considera  una especialista en la confección de tablas para picadas de distintos tamaños y estilos,  con cuya venta  tiene un mínimo ingreso que destina a sus gastos y la colaboración con la casa.

Todos los sábados sin falta, va a la misa matutina que en una humilde capilla de madera ubicada en el predio de la Obra, que el padre Carlos Gómez  brinda a los pocos feligreses que escuchan su mensaje. Aprendió de Jesús que “es más feliz quien da, que quien recibe”, haciendo de este saber, una forma de construir su camino. Durante los días trágicos del 2 de abril del 2013,  colaboró recibiendo, ordenando y clasificando donaciones que ayudaba a entregar a los más necesitados.   Lo que la catástrofe trajo a su vida fue a Panky: un perro extraviado que decidió quedarse para hacerle compañía. 

Odia la materia inglés –dice que es demasiado técnico-, que forma parte del exigente plan de estudios de la Escuela Técnica  Nº9 a la cual asiste. Pero reconoce la importancia de salir luego de cursar el séptimo año, con un título en Informática Personal y Profesional. Se ausenta de las clases de educación física y ama la literatura clásica, sobre todo las obras de teatro: Shakespeare encabeza la lista de sus autores preferidos. Espera que el año que viene su egreso del colegio coincida con el de su madre Olga Madrazo,  que se encuentra próxima a recibirse de psicóloga en la Universidad Nacional de La Plata, prediciendo desde ahora, una gran fiesta en el Sum de la Fundación.

Espera con ansias poder ingresar a la Facultad, su anhelo es convertirse en diseñadora gráfica, para lo que ya practica en la confección de las banderas para las marchas.   
La Negri  no es tonta: sabe que en ella confluyen los esfuerzos de muchas personas que dedicaron su propia vida a darle una oportunidad y no piensa defraudarlos. Igualmente advierte que este año, no la agarran para actuar en el pesebre.

                                                                                                                                             Eduardo Rousseau

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